Proletarios del mundo, uníos
Las actuales circunstancias con una inflación galopante, una especulación impúdica y unos salarios reales que decrecen están provocando un incremento de los conflictos laborales. Un 20% más respecto a la primera mitad del año pasado.
En datos del Ministerio de Trabajo tenemos que el número de trabajadores que participaron en huelgas en esta primera mitad de 2022 han sido 150.398 lo que supuso, a nivel de jornadas laborales no trabajadas unas 321.621 (cifra mucho mayor que la de 2021 pero también que la de 2019 y 2018, años previos a la pandemia).
La conflictividad laboral ha crecido de manera brutal en sectores como el de la administración pública (194% más que el año anterior), las actividades administrativas y servicios auxiliares (492% más), la industria manufacturera (un 102% más) donde se dejaron de trabajar más de 100.000 jornadas laborales, estando a la cabeza del resto de sectores. También en la construcción (171% más), en los sectores de la Información y la Comunicación (234% más) e incluso en las actividades profesionales científicas y técnicas (con un 81% más). Los lugares donde el volumen de huelgas ha aumentado más son Cantabria (donde casi se ha triplicado el número de participantes en huelgas) y Cataluña donde más de 50000 trabajadores se han movilizado en jornadas de huelga.
Por volumen de trabajadores afectados, por la diversidad de sectores implicados, podemos observar que la situación de empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora es generalizada. Y es que frente a un panorama con una inflación cercana al 11% y unos salarios, que en su revalorización nominal, a través de la negociación colectiva, no se acercan ni de lejos a esa cifra, cada vez son más el conjunto de trabajadores que salen a la calle a exigir y a reivindicar lo que es de justicia participando en en jornadas de huelga.
Esta situación, a tenor de lo que estamos viendo en el Reino Unido y lo que puede suceder en otros países del continente, no es exclusiva de España: afecta al conjunto de países europeos en un momento de reconfiguración de las relaciones económicas en el marco de la guerra en Ucrania y las cuestiones de geopolítica donde, como siempre, los sacrificados, en todos los países, seremos la clase trabajadora si no nos oponemos.
Millones de trabajadores de todos los países se encuentran cada vez con más dificultades para llegar a final de mes mientras los beneficios empresariales de los grandes capitalistas no dejan de crecer. Son los grandes capitales de la energía, la banca, la industria, la guerra, alimentación, etcétera y sus portavoces en los gobiernos y en la televisión quienes piden “contención salarial para detener la espiral inflacionista” y al tiempo obtienen beneficios nunca antes vistos. En “el mercado” a través de la inflación y de la especulación se comen sin pudor ni oposición una parte importante de unos salarios ya de por si reducidos y menguantes.
Aquí en España pero no sólo aquí, como en el caso del Reino Unido, la patronal ha decidido bloquear numerosas negociaciones de convenios colectivos y un Pacto de Rentas (del que poco se puede esperar francamente) ante su negativa a renunciar a parte de sus beneficios para aumentar los salarios.
Por eso, frente a este panorama, con el trasfondo de la guerra en Ucrania, con la escalada de tensión de Estados Unidos y sus aliados contra el resto del mundo empezando por China, con el rearme de Japón, con los anuncios de aumento en gasto militar de los países de la OTAN, incluida España, que anticipan confrontaciones futuras y beneficios para la industria de la guerra, con la subida de los precios de los combustibles y la energía, el encarecimiento de las hipotecas y los alquileres, la cesta de la compra, etcétera, es fundamental empezar a pensar ya en articular movilizaciones, al menos, en el marco de la Unión Europea. Exigir que se rompa con la subordinación al imperialismo norteamericano bajo el paraguas de la OTAN y que se ponga en primer plano el garantizar las condiciones de vida de la clase obrera, recuperando el control de aquellos sectores económicos que sea necesario, sometiendo a los capitalistas para que dejen de condicionar nuestras vidas por sus beneficios y seamos por fin nosotros, la clase trabajadora, la que empecemos a recuperar ese control sobre nuestras vidas.
Porque tenemos un mundo entero por ganar. Porque el mundo es nuestro, hay que empezar a sentar las bases para recuperar la consigna de “Proletarios del mundo uníos”. Nos va la vida en ello. Y si no, al tiempo.