La clase obrera del Reino Unido nos marca el camino

Una ola de huelgas recorre el Reino Unido contra el empobrecimiento de la clase obrera

Varias jornadas de huelga, y ya van cinco en este verano, en los ferrocarriles británicos han movilizado a más de 40000 trabajadores ferroviarios. Los motivos: denunciar los recortes de personal y las modificaciones de las condiciones laborales (que afectarán entre otras cosas a las futuras pensiones) así como exigir mejoras salariales. La movilización se traducirá en que menos del 20% de los servicios que de manera normal funcionan estarán disponibles. Desde el jueves pasado hasta el domingo habrá efectos en las estaciones de Inglaterra, Gales y Escocia.

La huelga está convocada por el Sindicato del Transporte Ferroviario y Marítimo (RMT por sus siglas en inglés) que engloba a trabajadores de 14 compañías ferroviarias, además de por el sindicato TSSA, con empleados en siete compañías del sector y del Unite, sindicato con representación en sectores diferentes como el transporte y la construcción.

Es la respuesta que por parte de los trabajadores se ha dado ante la situación de bloqueo de las negociaciones respecto a los elementos mencionados anteriormente. A esto se suma además el hecho de que el gobierno británico está presionando a las compañías de transporte para que se mantenga la contención salarial para el futuro: mientras la inflación es ya superior al 10%, los ofrecimientos de aumentos salariales rondan apenas el 2% con lo que eso supone de empobrecimiento para millones de trabajadores. De nuevo se plantea que la salida de la crisis actual se haga a costa de la clase obrera.

Y es que de una forma similar a como sucede en España, el IPC del Reino Unido se sitúo en julio en el 10,1% (subiendo 7 décimas respecto al mes anterior) en una cifra que no se alcanzaba desde hacía 40 años. Detrás de esta subida, igual que sucede en España, se encuentra la subida de los precios de la electricidad y el gas además de los alimentos.

Las expectativas para el Reino Unido no son buenas. La inflación, según el Banco de Inglaterra puede llegar al 13% antes de que termine el año pudiendo entrar en recesión en el último trimestre sin que se pueda esperar, de momento, nada positivo para 2023. E igual que en nuestro país las medidas planteadas pasan por la contención salarial (nada se habla de la contención en los beneficios empresariales) y la subida de los tipos de interés.

El puerto más importante del Reino Unido también parado por la huelga

Esta convocatoria se suma a otras como la huelga en el metro de Londres desarrollada el viernes 19 de agosto, con diferentes líneas del metro afectadas o la huelga de los empleados del puerto de Felixstowe que empezó el domingo 21 de agosto y se prolongará durante 8 días en una movilización como no se había visto otra igual desde 1989,

Este puerto es el que maneja un mayor volumen de mercancías en todo el país con casi el 50% del tráfico de contenedores y afecta a unos 2000 proletarios: estibadores operarios de grúas y otras maquinas están implicados.

La huelga es el resultado del rechazo por parte de los trabajadores de la oferta de incremento salarial de un 7% (muy por debajo de los niveles de inflación que hemos mencionado anteriormente). Este ofrecimiento se hace en unas instalaciones que en 2020 obtuvieron unos beneficios que rondaron los 72 millones de euros, que se beneficia de la proximidad con los puertos del continente de Le Havre en Francia, Amberes en Bélgica y Róterdam en los Países Bajos y que concentra aproximadamente el 60% del tráfico comercial entre el Reino Unido y Asia.

Enseñanzas para la clase obrera en España

De todo lo planteado hasta ahora, aterrizando en nuestro país, podemos sacar varias conclusiones:

En primer lugar que la situación por la que pasa la clase obrera en España no es exclusiva de nuestro país, no es cuestión de tener este o aquel gobierno (y por lo tanto su solución no es simplemente cambiar este gobierno por otro como se nos quiere vender). Es una crisis sistémica, una crisis, otra más, del capitalismo. Como tal, cualquier salida de la misma que se planteé de forma favorable a los intereses de la clase obrera, tendrá que confrontar con el capitalismo y con los capitalistas. No hay otra opción. No hay otra posibilidad. Es la lucha de clases.

La otra conclusión que podemos sacar es que para conseguir, precisamente, una salida favorable a la clase obrera está tiene que disponerse a la lucha, a la movilización, a la huelga. Tendrá que hacerlo empujando, si es necesario, a sus organizaciones sindicales si es que estas se resisten a dar el paso. La situación que la clase obrera está experimentando en nuestro país requiere de estas medidas de lucha.

Los niveles de inflación que estamos sufriendo con el encarecimiento de los precios de los productos básicos con los alimentos, la electricidad y el gas entre otros, suponen un empobrecimiento brutal de la clase obrera. Las dificultades para poder acceder a una vivienda, con los precios de los alquileres y de las hipotecas sin dejar de subir, hacen además que la amenaza del desahucio sea cada vez mayor para amplios sectores (cada vez mayores) de la clase obrera.

Las medidas que se requieren para salir de esta situación exigen determinación y voluntad de enfrentarse a los capitalistas y las grandes empresas, más allá de los anuncios más o menos efectistas del gobierno: recuperar el control sobre sectores estratégicos de la economía como las empresas energéticas y la banca tienen que ponerse a la orden del día. La clase obrera necesitamos empezar a situar el debate en esos términos y no en los que nos marcan precisamente para distraernos.

Lola: «No te arrodilles nunca para fregar»

SOBRE EL 8 DE MARZO

¿Qué es el feminismo? Esta pregunta, aparentemente sencilla, es la cuestión más compleja que tenemos que resolver en este momento.

El término <<feminismo>> ha ocupado un mayor espacio en nuestro entorno en los últimos tiempos. Es relativamente fácil oírlo en los medios, en las tertulias televisivas, en las sobremesas con familiares, etc. Si bien es cierto que hay reticencias, en especial, por parte de los sectores políticos más conservadores, a la hora de reivindicarse como feministas, lo cierto es que hay un consenso social según el cual la lucha por los derechos de las mujeres es un espacio que hay que ocupar políticamente. Al fin y al cabo, esto da votos.

No podemos negar que esta es una de las victorias del movimiento feminista. La presencia de este movimiento a través de diversas campañas como el “me too”, “yo sí te creo”, “cuéntalo”, etc. han provocado la conmoción y movilización sociales. Han provocado la visibilización de muchos problemas colectivos que se vivían de forma individual. El éxito, en términos participativos, de la huelga del 8 de marzo del año pasado, ha desencadenado en que, en mayor o menor medida, todos los agentes políticos y, en especial, los partidos hagan bandera de ser “feministas” o de luchar “por la igualdad”. Cada uno a su manera, eso sí. Y precisamente, ese es el problema y la debilidad del actual movimiento feminista. En esta semana me han sorprendido dos titulares: el primero de ellos, anunciaba que la reina Letizia secundaría la huelga del 8M; el segundo, anunciaba el decálogo feminista liberal de Inés Arrimadas. En mi opinión, aquí radica el mayor problema y la mayor debilidad del actual movimiento feminista.

El feminismo, como teoría política, social o económica, no ha sido capaz de generar un núcleo duro de ideas o caracteres que lo definan y que deban ser asumidos por quienes se reivindiquen como tales. Esa es la razón por la cual hoy en día una actuación y la contraria pueden ser calificadas como feministas. Por ejemplo: no sabemos si el hecho de que una mujer venda a un hijo suyo es maternidad subrogada y empoderamiento o si es mercantilización de la vida y favorecimiento de privilegios capitalistas y patriarcales.
En términos económicos esto se entiende muy bien. Sería algo así como si, dentro del marxismo, ante una misma situación, por ejemplo, que un obrero trabaje 14 horas diarias, un sector considerase que es libertad individual y otro sector considerase que es explotación laboral, reivindicándose, ambos, como marxistas.

En mi opinión, este es el problema fundamental del feminismo en la actualidad y corresponde al movimiento feminista solventarlo y responder a las preguntas concretas: “¿puede hacer huelga la reina?” “¿el feminismo liberal es regularizar la prostitución como actividad laboral?” Esto no supone desatender o rechazar la diversidad del feminismo, supone darle forma para crear un núcleo estructural de ideas para avanzar en eliminar las desigualdades a las que se enfrentan diariamente las mujeres.
Por eso, para responder a la pregunta de qué es el feminismo, con ocasión de reivindicar esta idea el próximo 8 de marzo, os traigo la siguiente anécdota.

Lola

La protagonista de nuestra historia es una mujer, de familia obrera, se llama Lola y, desde los siete años, la pusieron a “servir”, es decir, comenzó a trabajar como empleada de hogar. Trabajaba en casa de una familia adinerada, en el centro de Córdoba. Lola ya ha crecido, ya ha tenido hijos y también nietos y nietas. Un día, mientras Lola limpiaba una casa con una de sus nietas, la niña se agachó y, de rodillas en el suelo, comenzó a fregar una bañera. Entonces, Lola le reprochó:

niña, levántate del suelo. No te arrodilles nunca para fregar, si quieren a alguien que se agache, que lo hagan ellas.

La niña no terminó de entender el enfado de su abuela Lola, pero se incorporó y continuó limpiando. Con el tiempo supo que Lola había vivido su infancia, desde los siete años, y toda su adolescencia fregando de rodillas. “Sus señoras” (así es como llamaba Lola a sus jefas), la obligaban a fregar arrodillada. Podían haberle comprado una fregona, tenían dinero suficiente para hacerlo, pero ver a Lola, hija de obreros, con tan solo siete años, fregando de rodillas, formaba parte del ritual clasista y de explotación utilizado por “las señoras” para someter a las hijas del proletariado.

Esta historia real refleja perfectamente lo que es el feminismo. Como teoría política el feminismo parte de la premisa de la desigualdad de la mujer, pero esta desigualdad, no puede desvincularse ni explicarse al margen sistema económico y, si no situamos el eje de clase dentro del feminismo, nunca conseguiremos erradicar la desigualdad estructural de la mujer. Esto no significa que el eje de clase por sí solo explique la desigualdad de las mujeres, pero sin este eje dentro del debate feminista, nunca llegaremos a la raíz o causa última de la discriminación de estas. Por lo tanto, el feminismo, en tanto que teoría emancipadora, nunca podrá ser libertador si no es anticapitalista, ya que el capitalismo es la fuente de todas las desigualdades. El capitalismo cosifica y somete a las mujeres, las controla más allá del propio plusvalor que obtiene de ellas como trabajadoras, ya que, el control del capital sobre la mujer se extiende también a sus propios cuerpos. Partiendo de esta premisa, no podemos admitir que exista el famoso “feminismo liberal” del que algunos se hacen eco en los últimos días. El feminismo, cuyo fin último es erradicar las desigualdades de género, nunca podrá lograr este objetivo sin ser anticapitalista. Hablar de feminismo liberal en los términos hoy expuestos es una contradicción en sí misma. Las mujeres nunca serán hermanas entre sí por el simple hecho de ser mujeres y las nietas de las obreras no vinimos aquí para ser feministas liberales.

Por lo tanto, este 8 de marzo salimos a reivindicarnos como mujeres trabajadoras